Dedico este cuento a Bert Hellinger, cuyo método y escritos me han aportado tanto. Gracias
Érase una vez una rana que no quería respirar porque estaba enfadada con su madre, con su padre, con la vida misma. Estaba tan enfadada que dejó de respirar, dejó de tomar la vida, y se murió. La rana no tuvo que recurrir al cáncer ni a la anorexia para justificar su muerte. Dejó de respirar y se murió sin montar ningún tipo de número alrededor de su persona.
Érase una vez una rana que no quería respirar porque estaba enfadada con su madre, con su padre, con la vida misma. Estaba tan enfadada que dejó de respirar, dejó de tomar la vida, y se murió. La rana no tuvo que recurrir al cáncer ni a la anorexia para justificar su muerte. Dejó de respirar y se murió sin montar ningún tipo de número alrededor de su persona.
La rana se entregó totalmente a su rabia y la rana rabiosa desapareció.