25 jul 2011

Never more



Never more

Never Never

Never more

More More More

Et ça recommence

Encore un autre

Un autre de ta sorte

Un autre de ton espèce

Un autre de l’espèce humaine


Never more

Never Never

Never more

More More More

Je te cherche

Et ne te trouve pas

La danse recommence


Never more

Never Never

Never more

More More More

Je regarde ton visage

J’y cherche la perfection

J’y trouve la tourmente

Et je n’en veux plus

Je ne veux plus de la tourmente

Never more

Never never


Ô mon amour

Ne plus avoir peur

Ne plus avoir faim

Ne plus

Ne plus vouloir plus


Amour

Tu es là et je te prends

Tu es là et je te vois

Je te reconnais enfin

Amour

Amour

Amour

Mour Mour Mour




11 jul 2011

Mi guiño a Don Vicente Blasco Ibañez


Presentación 7 de julio de 2011 a las 7 de la tarde, casa museo Blasco Ibañez

¿Dónde está Blasco Ibañez?
Perdone, ¿me puede decir dónde está Blasco Ibañez por favor?
Querido Blasco Ibáñez, espero que perdone mi cultura básica de ciudadana del mundo, pero Usted fue para mí una avenida antes que un gran escritor. Lo siento mucho pero así son las cosas. ¿Cómo se siente uno cuando se convierte en una avenida concurrida?
¿Cómo se siente uno cuando desde el más allá observa los coches recorriendo su cuerpo y oye su nombre repetido miles de veces por los peatones y conductores impacientes que no tienen tiempo para leer? pues hay que irse de compras.
Querido Blasco Ibáñez, permítame quedarme a su lado un momento y observar la vida del siglo XXI. Mire, allí está aquel escritor francés, cuyo nombre no recuerdo, que alucinaba con los primeros coches que iban por París, imaginándose cómo sería la vida cuando la ciudad estuviera llena de esos bichos raros... ¿Podía él imaginarse que todos irían como locos en sus coches, en sus carreras hacia la muerte, para ir a comprar lo más novedoso, ser los primeros en comprar lo más novedoso, lo más más novedoso? ¿Quién podía prever que se haría cola durante horas y días para comprar lo que dicta el mercado? Comprar y pagar, comprar más y pagar menos, enseñando orgulloso, orgullosa, la tarjeta plástica de la felicidad. Aquel escritor francés quizás sí que podía llegar a ver los coches multiplicados por cien, por mil, por millones, pero, seguro que no podía oír el ruido continuo de esos coches en su querido París. Tampoco podía llegar a imaginar que todos esos coches se irían de compras, se llenarían de objetos inútiles y volverían a casa felices y vacíos.
Querido Blasco Ibáñez, acabo de aterrizar en el siglo XXI otra vez y me están informando que hay unos cuantos alumnos de bachillerato que están buscando su nombre de Usted en la Wikipedia para un trabajo de fin de curso. Dicen que lo sienten mucho pero que eso de tomar tiempo para leer una novela de trescientas páginas es una locura hoy en día.
Querido Blasco Ibáñez, gracias por acogernos en su casa para disfrutar de la poesía.
Queridos organizadores, gracias por invitarme a participar en este evento.
Querido público, gracias por asistir.